Una de las decisiones por las que elegimos el nombre de una nuez para nuestra marca, fue entre muchas por su forma. La forma de una nuez al romperse, nos recordó a la de una pieza de puzzle, y eso fue lo que nos enamoró y encajó con nuestra identidad y filosofía. Al ver romperse la cáscara de una nuez, vimos reflejada nuestra marca enlazada en dos piezas, encajada entre ellas.
Después de darle forma a la nuez, aprofundizamos en saber sobre sus propiedades nutritivas. Una fuente energética para nuestro cerebro, memoria y aprendizaje es lo que nos aporta una nuez. Eso nos dió más fuerza para enlazar nuestros pilares con una nuez. La transformamos en el símbolo de nuestra marca para así poder conceptualizar el diseño y el desarrollo de nuestros productos, basándolos en el aprendizaje educativo de los más pequeños del hogar.
Así se formó nuestra huella, Nuez a Nuez.